Me he dado cuenta que existen básicamente 3 maneras de hacer las cosas, pero antes de decirte cuáles son, déjame contarte algo. Cuando tenía como 11 años, después de haber pasado con un miedo extremo inducido hacia las tormentas (y digo inducido porque prácticamente me lo transmitió mi mamá) algo extraño sucedió, ni siquiera me di cuenta en qué momento comenzó. Fue un cambio extraño, yo llegué a tenerle mucho miedo irracional a las lluvias, incluso a las nubes que indicaban la posibilidad de lluvia. Era tanto el miedo que le tenía, que desde que amanecía estaba yo pendiente de los pronósticos del tiempo en la televisión, periódico y radio, e incluso, cada día me ponía más pendiente de las nubes. Recuerdo muy bien que iba a la escuela, y a penas tenía oportunidad acechaba por la ventana a ver si había muchas nubes o no. Cuando el cielo estaba totalmente despejado me sentía tranquilo y feliz, pero, cuando comenzaban a desfilar las nubes algo comenzaba a inquietarme. Después del medio día, cuando las nubes ya se ponían más densas, comenzaba mi observación casi obsesiva del cielo. Yo estudiaba en las mañanas, y al salir de la escuela lo primero que hacía era levantar la mirada para ver el desarrollo de las nubes. Llegaba a mi casa, comía y salía a la calle a mirar el cielo. Entraba a mi casa, hacía alguna cosa y volvía a salir a la calle a mirar el cielo otra vez. Mi mamá me preguntaba qué tanto salía yo hacer y qué tanto miraba en el cielo todos los días. Yo le decía que miraba las nubes, porque quería saber si llovería, si embargo, ella no sabía que el pánico que ella sentía por las lluvias, los rayos y truenos ya me lo había “contagiado”, y por ese temor que tenía era que yo estaba pendiente del desarrollo de las nubes. Recuerdo que cuando las nubes iban quedando más grises sentía un temor latente, y cuando caía una lluvia fuerte sufría todo el transcurso de esa lluvia. Llegó un momento en que comencé a recortar todos los pronósticos del tiempo que salían en el periódico para guardarlos, y también me acuerdo muy bien (porque lo que bien se aprende jamás se olvida), que me despertaba a las 5:00 am para encender la televisión y ver el pronóstico del tiempo en un noticiero muy famoso aquí en México llamado ECO, no sí alguien lo recuerda. Cada hora daban el pronóstico del tiempo y no me lo perdía, excepto cuando estaba en la escuela.
Para no hacer muy larga mi historia, sucedió lo extraño. No me di cuenta en qué momento ese miedo extremo e irracional que yo tenía, se fue convirtiendo en un gusto, y poco tiempo después, en una pasión muy poderosa que me dio los mejores años de mi vida. La situación se invirtió, antes no quería que lloviera, luego, deseaba que vengan lluvias torrenciales para que yo las observara caer. Al principio, era tanto lo que me pasaba observando las nubes que LITERALMENTE me convertí en un meteorólogo empírico, incluso, fui capaz de predecir lluvia con una alta precisión, que mi madre se sorprendía. Me aprendí muy bien de qué dirección venían las nubes, aprendí muy bien todos los tipos que habían las nubes, fui capaz de saber cómo iba a llover con sólo ver las nubes, su color y a qué distancia de mi estaban, fui capaz de saber si la lluvia que se aproximaba traía viento o no, literalmente me volví un experto, y cuando me di cuenta, mi temor se volvió en una pasión. Para que lo entiendas mejor, literalmente me ENAMORÉ de las meteorología. Sentía algo maravilloso, una felicidad extrema. Las nubes me transmitían algo que los demás no captaban, cada nube con su altura y forma me hacía sentir algo similar a lo que sentimos por una persona cuando estamos enamorados. Cuando el cielo estaba despejado no sentía nada, pero a penas comenzaban a venir las nubes densas sentía algo similar a como si estuviera viendo a la chica que me gusta venir hacia mí para besarme. No encuentro las palabras para explicarlo, pero experimenté sensaciones que jamás había sentido, y que jamás he vuelto a sentir. Imagínate, si cuando le tenía miedo a las tormentas me pasaba el tiempo observando las nubes, cuando esto se volvió una pasión, casi vivía en la calle observando el cielo. Creo que pasaba más tiempo en la calle que en mi casa, mi mirada pasaba más tiempo en el cielo, que en el horizonte. Fui a prendiendo muchas cosas, y como dije antes, literalmente me volví un experto pronosticando lluvias, incluso, yo podía predecir la hora en que llovería. Viendo las nubes, su forma, su color y su distancia, era capaz de saber qué tipo de lluvia caería y a qué hora. Era algo que me apasionaba como nada nunca me ha apasionado en este mundo. Comencé a coleccionar más pronósticos del tiempo recortados del periódico, comencé a seguir huracanes, a leer sobre tormentas, tornados, etc. Mi gran sueño era que una noche viniera una tormenta con truenos, rayos, granizo y viento, quería vivir una tormenta que tenga todos los elementos, una tormenta perfecta. Yo, a la fecha, tengo días enteros con todo el comportamiento del tiempo grabados en mi memoria. Puedo recordar cómo amaneció un día, de donde vinieron las nubes, de qué color eran, a qué hora comenzó a llover, dónde estaba yo en ese momento, a qué hora terminó la lluvia, cómo fue; puedo recordar con todo lujo de detalles días enteros porque era una pasión muy grande que sentía, que sólo por vivir un día, sin ningún esfuerzo, me lo memorizaba. Cuando tenía yo como 12 y 13 años esta pasión estaba en su más alto apogeo, y experimenté muchos sentimientos maravillosos. Una vez mi hermana me preguntó qué tanto le veía a las nubes y a las lluvias, y le dije: “me gustaría que tú pudieras sentir lo que las nubes y las lluvias me hacen sentir, te aseguro que serías la mujer más feliz del mundo” Yo me sentía un adolescente superfeliz, con el privilegio de sentir o percibir lo que el resto de la humanidad no era capaz de sentir ni percibir. Yo me convertí en el meteorólogo de la colonia, si alguien quería saber si llovería a mí me preguntaba. Creían más en mí que en los pronósticos oficiales del clima, porque yo era mucho más preciso. Para que tengas una idea, con sólo despertar y oler la humanidad ya sabía yo si estaba nublado o no, casi podía saber si llovería fuerte o no. Las cosas son cíclicas y tienden a repetirse, y fueron tantas horas y días de observación que yo ya podía predecir los ciclos. Le dije a mi familia que cuando fuera grande sería un gran meteorólogo. Desgraciadamente, al ir creciendo fui cambiando, y prácticamente “me desenamoré” de las tormentas, como que eso que me hacían sentir se fue perdiendo, fui perdiendo la pasión, y ya no fui meteorólogo. Ahora, cómo me gustaría volver a sentir aquello que sentía al ver las nubes. Desgraciadamente nuestro cerebro y mente evolucionan, y nuestros sentimientos y percepciones cambian.
A lo que voy, es que al principio yo hacía las cosas por temor, y no lo disfrutaba, al contrario, sufría. Al principio observa las nubes, su dirección y comportamiento para saber si llovería, porque no quería que lloviera pues sentía miedo. Luego, seguí haciendo lo mismo, seguí observando las nubes pero con más intensidad y con una pasión increíble que me dio los días más felices de mi vida.
Entonces, en conclusión hay 3 maneras o motivos pos los cuales hacemos las cosas:
1.- Por miedo, necesidad u obligación
2.- Por gusto
3.- Por pasión
Ejemplo del caso uno: un gran porcentaje de las personas trabaja por necesidad, porque sabe que si no lo hace no tiene dinero, no sobrevive; lo hace por temor a la pobreza o a no tener dinero. Cuando tú haces las cosas así no disfrutas la vida, al contrario, la sufres, así como yo sufría cuando al principio observaba las nubes por temor.
Ejemplo del caso 2: Cuando haces las cosas que te gustan ya no sufres, si no que lo disfrutas en cierta manera. Si te gustan las finanzas y trabajas en esa área no sufrirías por tu trabajo, si te gusta cocinar cuando lo haces para tu familia te sientes bien.
Ejemplo del caso 3: Cuando haces las cosas por pasión, experimentas sentimientos extremos de felicidad, tal como yo sentí cuando observaba las nubes porque ya me gustaban, porque ya me apasionaban. Cuando haces algo que te apasionas, puedes pasar muchas horas haciéndolo y lo disfrutas, tal como cuando tu pasión es cantar, jugar futbol, tocar algún instrumento, etc.
La tercera opción muy pocos la experimentan, y de los que la experimentan hay quienes pueden dejar de experimentarla como me pasó a mí en que crecí.
Y ya para terminar, si algo te gusta, o mejor aún, te apasiona, y es positivo, hazlo, porque es una mina de felicidad que puedes aprovechar.
Si tuviste o tienes alguna pasión, me gustaría que la comportas poniendo tu comentario
Soy un emprendedor, escritor, amante de los negocios y el desarrollo personal. Me gusta escribir, ya sea poesía, novelas o sobre ciencia. También me gustan los números. En la escuela amé las matemáticas. Me gusta tener amigos y ser sociable, considero que cada persona es un mundo lleno de cosas y maravillas por descubrir
HOLA MARCOS GRACIAS POR ESTAS LECCIONES YO SIEMPRE FUI CARNICERO PERO HAORA SOY PROMOTOR DE LACTEOS Y LO HAGO POR QUE ME PAGAN MAS NO POR QUE ME GUSTE ,AVECES NUESTRA NECECIDAD NOS HACE CAMBIAR NUESTROS AVITOS PERO NO NUUESTROS GUSTOS POR EL OFICIO ME GUSTARIA HACER LO QUE ME GUSTA PERO SI ESO IMPLICA INVOLUCRAR A MI FAMILIA CUANDO DEPENDE DE MI CREO ,QUE ES CUANDO LO DUDAS TU QUE HARIAS?
Hola Leo, gracias por tu comentario, ya te contesté a tu email
Saludos