Algo que me gustaba mucho de los salones de clases cuando estudiaba, era que a lo largo del tiempo los tipos de personas se iban mostrando, o sea, iban saliendo a flote las personalidades de cada quién y las afinidades de personas en pequeños grupos. Así, siempre había un grupo de estudiosos, que por lo general se sentaban adelante, y otro grupo de flojos, o malos estudiantes, que por lo general, se sentaban atrás. Prácticamente, estas dos divisiones no podían faltar. Pero también había otros pequeños grupos dentro del salón, y también sobresalían otras personas, como la tímida, la burlesca, la que por todo ríe, la fea, la bonita, la antisocial, la más sociable, la rica, la pobre, etc. Todos muy diferentes, pero algunos con más similitudes entre sí que con otros, y, como sea que sea, todos iban con un objetivo: estudiar para obtener conocimientos y poder tener una profesión y así encontrar un buen trabajo que les permitiera mantenerse financieramente en su futura vida. Sin embargo, muchos creen erróneamente que la escuela nos hace más inteligentes. Eso no es cierto, ninguna escuela hace más inteligente a nadie. Es cierto que las escuelas hacen que ejercites tu inteligencia, pero realmente no hacen que te hagas más inteligente. En la escuela se obtiene conocimiento, no coeficiente intelectual.
La inteligencia es como un elástico
La se puede estirar, pero nunca aumentar su tamaño real, como sucede con un elástico. Yo conozco gente muy inteligente que no tiene ningún título universitario, y conozco personas con títulos universitarios no tan inteligentes. Así que, ninguna escuela hace más inteligente a nadie, simplemente permite obtener más conocimiento, más cultura, ejercitar la inteligencia, pero no crecerla.
La inteligencia es genética
La inteligencia viene predeterminada genéticamente y desde que nacemos ya está definido el tamaño de la misma, de la misma manera que desde que nacemos ya está definido el color de ojos, de cabello y de piel. Una vez que nazcamos, nuestros ojos no podrán ser, de manera natural, de un color totalmente diferentes al que trajimos. Lo mismo con el cabello, lo mismo con la inteligencia.
Ser inteligente es una cosa, y tener conocimiento es otra. Que una persona haya leído 100 libros en un año, no quiere decir que en ese año se haya hecho más inteligente. Se habrá hecho más culto, habrá obtenido más conocimiento, habrá “estirado su inteligencia”, pero no habrá aumentado el tamaño de la misma.
La religión no hace bueno a nadie, ni salva a nadie
Otro error que he notado, es que hay quienes creen que la religión hace buenas a las personas, o las salva de sus pecados. Ninguna religión hace bueno a nadie realmente, y ninguna religión salva ni garantiza una vida eterna en el cielo. El único que tiene la capacidad de salvar y otorgar la vida eterna es Dios a través de Jesucristo, por eso él dijo que es el camino, la verdad y la vida, y que nadie va al padre si no es por él. Así que, sea cual sea la religión, ninguna salva ni hace bueno a nadie, solamente Dios
Muchos religiosos no son buenos
Hay gente muy religiosa, que no se mueve de las iglesias y que cree que por estar mucho tiempo allí, Dios los considerará buenos y santos y les otorgará el premio eterno, y no necesariamente tiene que ser así. Mucha gente religiosa es mala, pecadora, y no ama a su prójimo, de la misma manera que hay gente buena por su relación con Dios y no por su religión.
Un claro ejemplo son los fariseos, maestros de la ley de Moisés, que se creían buenos y muy sabios, y que incluso, cuestionaron a Jesús, pero, que realmente no eran bueno, solamente religiosos hipócritas. El hecho de que eran estudiosos de la ley judía y religiosos, no los hacía santos ni buenos. Por eso, la religión no hace bueno a nadie, ni mucho menos salva, quien nos hace buenos y salva es Dios a través de una relación con él. Lo mismo podemos decir respecto a la lectura de la Biblia, el hecho de leerla y conocerla bien, no significa que seamos buenos ni obedientes a Dios. Hay quienes han leído mucho de la Biblia y son malos y pecadores, y hay quienes no saben ni leer, pero son buenos y rectos ante Dios.
El dinero por sí mismo no hace feliz a nadie
Un error más generalizado es creer que el dinero nos hace felices, y aparentemente es así, pero la realidad es otra. Imagina que tienes mucho dinero en un desierto donde no hay comida ni agua para comprar, ni coches, ni casas, solo estás tú con tu dinero. ¿Crees que serás feliz con tantos billetes? Por supuesto que no, porque el dinero no genera felicidad, la felicidad la genera el cerebro ante la percepción de ciertos bienes, como comida, autos, casas, etc. El dinero es simplemente un medio para poder obtener cosas, que según nuestra percepción, en nuestro cerebro causa una producción de dopamina, endorfinas y otros neurotransmisores que generan sentimientos, que al final convergen en ese estado generalizado que llamamos felicidad. Así entonces, el dinero por sí mismo no da la felicidad, es solamente un medio para hacer que nuestro cerebro la produzca.
Yo conozco a gente que tiene mucho dinero y no es muy feliz, y también conozco a gente que tiene poco dinero y es muy feliz. Esencialmente, la felicidad depende de la percepción positiva que tengamos de las cosas, personas y circunstancias, y no del dinero en sí.
Conclusión
¿Qué podemos concluir de todo esto? Que la escuela no nos hace más inteligentes, la religión no nos hace buenos ni el dinero nos hace felices, porque la inteligencia se trae de nacimiento, la bondad la da Dios y la felicidad se produce en nuestros cerebros por una adecuada y positiva percepción. Y, tomando en cuenta esto último, tampoco ser inteligentes nos hace felices, ni la religión. Desde el punto de vista material, somos más felices si nos aceptamos tal como somos, ya sea que tengamos poca o mucha inteligencia, poco o mucho dinero, y en el aspecto espiritual, lo que realmente nos hace felices es la percepción que tenemos de nuestra relación con Dios.
Soy un emprendedor, escritor, amante de los negocios y el desarrollo personal. Me gusta escribir, ya sea poesía, novelas o sobre ciencia. También me gustan los números. En la escuela amé las matemáticas. Me gusta tener amigos y ser sociable, considero que cada persona es un mundo lleno de cosas y maravillas por descubrir
¡Excelente, artículo! Y para la gloria de Dios eres cristiano, no religioso, y por eso haces todos estos artículos que muchos fariseos dirían que es del diablo, y nada de eso. Me contento mucho por eso. 🙂
Muchas gracias por tu comentario John, que bueno que te gustó. Saludos y bendiciones!