Una de las cosas que la gente hace cuando tiene problemas, o cuando su situación no es tan favorable como quisiera, es echarle la culpa a otras personas y quejarse de lo mal que les va. Si tú eres una de esas personas, no debes quejarte de nada ni estarle echando la culpa a otros, y cuando digo que no les eches la culpa a otros, no quiero decir que ellos no sean culpables.
A lo que voy, es que de nada bueno te sirve estar culpando a otros, ni estarte quejando de las cosas, porque por más que los culpes, o por más que te quejes, la situación será igual. Culpando, haciendo corajes, quejándote y lamentándote, no cambia en nada la realidad, solo te perjudica emocionalmente.
Aclaro nuevamente, no estoy diciendo que otras personas nunca tengan culpa de lo que te pasa, porque puede ser que sí, pero de nada sirve que los culpes obsesivamente, porque eso no resuelve nada.
Yo no te digo que todos tus problemas, ni que todo lo que pasa en tu vida, es por tu propia culpa, porque realmente no siempre es así. Yo no puedo decirte que todo lo que vives es solamente consecuencia de tus actos, porque la verdad, es que todo lo que vives también es por causa de otras personas, o la naturaleza. Sin embargo, no te empeñes en culpar a nadie, ni en quejarte de los problemas
Si tú vas manejando tu automóvil, y al cruzar una calle, otro conductor no respeta un semáforo en rojo y te choca, ¿de quién es la culpa del accidente? Tuya no es, porque estabas conduciendo bien; del semáforo tampoco, porque a ti te marcaba verde y a él rojo. Entonces la culpa es del otro conductor. Sin embargo, por más que lo estés culpando, maldiciendo, insultando, gritando, y recalcando que él es el único culpable, el accidente no desaparecerá. Tu coche no se renovará mientras más lo culpes y te quejes. Por más que te alteres y que grites 100 veces que él es el único culpable, las cosas no se repondrán solas. ¿Qué es lo que logras culpando obsesivamente, insultando y quejándote? Lo que logras es un estado emocional que te perjudica. Así que, lo que debes hacer, es tener la capacidad de aceptación, entender que lo que pasó ya no puede deshacerse, sólo componerse. Aun cuando tú no fuiste el culpable, tienes que buscar una solución en vez de estar culpando y quejándote.
Los 3 culpables de todo lo que sucede en la realidad
Tienes que entender que todo lo que pasa en tu vida, en la de los demás, y en el mundo en general, es por tres causas:
1.- Tus propios actos. Todo lo que haces tiene consecuencias, sean positivas o negativas. No hay una sola causa que de alguna u otra manera no tenga una consecuencia, y esto aplica a tu vida, a tus acciones, a tu persona. Así, que tú eres el mayor culpable de lo que pasa en tu vida, y también puedes ser culpable de lo que pasa en la de otros. Por ejemplo: si tú tienes un examen mañana y hoy no estudias, es tu culpa si repruebas. No puedes culpar atrás personas, cuando claramente reprobaste por no estudiar. Otro ejemplo: si no tienes dinero porque no trabajas pudiendo hacerlo, la culpa es tuya, porque no trabajas cuando lo puedes hacer. Si tú comes mucho y quedas gordo, también es tu culpa. Si me dices que la culpa es de los comerciales que pasan en la televisión, podríamos decir que esos comerciales te influyen para comer comida chatarra, pero culpa tuya es seguir viéndolos. Ahora dime, ¿de qué sirve que te eches insistentemente la culpa y de que te lamentes de lo que te sucede? De nada, no sirve de nada. Culparte, lamentarte y quejarte, no retrocede el tiempo; lo hecho, hecho está. Lo que tienes que hacer, es aceptar las cosas, no empeorarlas culpándote y lamentándote, y en estos ejemplos, también tienes que estudiar para tu próximo examen, trabajar para conseguir dinero, y dejar de comer mucho si estás gordo.
2.- Los actos de los demás. Desafortunadamente, los actos de los demás también pueden perjudicar tu vida, quieras o no. Al vivir en un mundo compartido donde diariamente salimos a la calle, donde siempre interactuamos con otras personas, y donde no tenemos el control total de las situaciones y cosas, no podemos evitar ser afectados por los actos de otras personas. Desde que tú sales estás en riesgo de que los actos de los demás afecten tu vida. Por ejemplo: vas caminando en una calle oscura, aparece un asaltante y te clava una navaja. Terminas en el hospital. ¿Quién fue el culpable de esa herida? Pues el asaltante que te la causó. Pero también podemos decir que en parte tú eres culpable, porque fuiste tú quien decidió salir a la calle, pasar por ese lugar, y precisamente a esa hora. Si hubieras pasado por otra calle, o en la misma, pero en otro horario, a lo mejor el asaltante no te hubiera visto. Como sea que sea, llegamos a la conclusión de que en este caso, lo que te sucedió fue consecuencia de tus actos y de los demás. Otro ejemplo: tuviste un papá borracho y violento, cuando eras niño te gritaba, te regañaba por todo, y veías cómo golpeaba a tu mamá. Creces temeroso, nervioso, y tal vez violento. ¿De quién es la culpa que seas así? Evidentemente, el primer culpable es tu papá. Pero también podríamos decir que tú eres culpable por no ir con un profesional para que te ayude a superar toda esa situación. Nuevamente podemos decir que sufrimos por nuestros propios actos y por los de los demás. Pero, ¿de qué sirve que culpes insistentemente a ese asaltante, o de que te lamentes por haber pasado por esa calle? ¿De qué sirve que desperdicies tu energía y tu vida culpando a tu papá de tu personalidad? No sirve de nada, por más que los culpes y te lamentes, no se curará tu herida por hacerlo, ni mejorará tu personalidad. Tienes que aceptar y buscar soluciones, estar tranquilo y entender que todo esto es parte de la vida. Para la próxima, tomas las precauciones necesarias, pero no te quejes, no te lamentes ni culpes, que eso, en vez de ayudarte, te perjudica.
3.- Por la naturaleza. Como dije anteriormente, vivimos en un mundo compartido, y donde no solamente hay otras personas, sino también animales, lluvia, viento, volcanes, sol, etc. La naturaleza es el tercer culpable de lo que sucede en nuestra realidad, pero de la cual tampoco debemos quejarnos jamás. Por ejemplo: viene un huracán categoría 5, dejas tu automóvil estacionado en la calle junto a tu casa porque no tienes dónde meterlo. Los poderosos vientos de más de 300 kilómetros por hora derriban el árbol que sembró tu vecino años atrás, y cae sobre tu automóvil destrozándolo. ¿De quién fue la culpa? De la naturaleza. Pero también podríamos decir que fue culpa de tu vecino, por haber sembrado ese árbol, y de la misma manera, podemos decir que es tu culpa por haber puesto tu auto en ese lugar. Concluimos que lo sucedido en este caso fue por la naturaleza, por tus actos y por los del vecino. Así que, en nuestra realidad, siempre habrá tres culpables. Unos mayores que otros. ¿De qué sirve reclamarle a la naturaleza por el huracán? ¿De qué sirve culpar al vecino por su árbol? ¿De qué sirve culparte por dejar tu auto allí? No sirve de nada, porque por más que culpes y te lamentes, tu coche seguirá destrozado debajo del árbol derribado por el huracán. ¿Qué tienes que hacer? Aceptar que las cosas pasan y entender que nunca hay que dejar un auto cerca de un árbol en un huracán.
Capacidad de aceptación
Después de todo lo anterior, hemos comprendido que vivimos en un mundo regido por nuestros actos, por los de los demás, y por la naturaleza. Unos más controlables que otros, pero que cuando ya han causado el problema, no queda más que aceptar. No hay que estar culpando a nadie ni lamentándonos, porque eso no resuelve nada, por el contrario, nos pone mal emocionalmente. Podemos decir lo siguiente:
“Cuando un problema no tiene solución, hay que tener aceptación”
¿Qué pasa cuando muere un ser querido? ¿Hay que lamentarnos de su muerte? Por más que nos lamentemos y quejemos no va a resucitar. Si murió porque alguien lo mató, por una enfermedad natural, o por un accidente que él mismo causó, como sea que sea, no va a resucitar si culpamos y nos lamentamos. Aunque culpemos 100 veces al culpable, o a los culpables, no volverá a vivir. ¿Qué queda entonces? Aceptación. Hay que aceptar la realidad, aceptar las cosas, comprender que todo esto es parte de la vida.
Cuando aprendas a aceptar las cosas con calma en vez de estar culpando a otros, en vez de estar lamentándote y quejándote, podrás vivir con más tranquilidad, con más serenidad, con menos infelicidad y con mayor templanza.
Soy un emprendedor, escritor, amante de los negocios y el desarrollo personal. Me gusta escribir, ya sea poesía, novelas o sobre ciencia. También me gustan los números. En la escuela amé las matemáticas. Me gusta tener amigos y ser sociable, considero que cada persona es un mundo lleno de cosas y maravillas por descubrir
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