Cuando tenía aproximadamente siete años, un día, en la escuela primara me marcaron hacer un trabajo manual. Utilizar maderas y cartón para crear una especie de marioneta. En mi libro había una guía de cómo crearlo, pero, eso para mí, en ese entonces, era un gran problema. Algo que me da risa de los libros escolares, es que muchas veces ponen tareas y ejercicios que los niños por sí solos no pueden hacer. O a veces piden cosas que no pueden llevar sin ayuda de sus papás. La realidad es que hasta los padres terminan estudiando junto con los hijos. Ok, no digo que está mal, solo era para recalcar que lo que me pedían era difícil ser llevado a cabo por mí mismo. Yo no sabía dónde conseguiría la madera, ni cómo la cortaría, ni como pintarla, no sabía casi nada. Recuerdo que veía esa tarea como un problema grande, sobre todo porque mi papá casi no estaba con nosotros por su trabajo, y mi mamá era muy mala para esas cosas. Prácticamente me sentía solo para cumplir con ese trabajo. Afortunadamente mi papá consiguió todo y juntos hicimos la marioneta, que por cierto, fue una de las mejores. Ahora que he crecido y recuerdo esto, me doy cuenta a estas alturas que eso ni siquiera podría considerarlo un problema. Ahora lo veo como algo tan fácil de resolver, que ni si quiera me daría la más mínima preocupación.
“Cuando era pequeño, habían problemas que parecían grandes, ahora que soy grande, esos problemas parecen pequeños”
El tamaño de los problemas es relativo
Estarás de acuerdo conmigo en que cuando éramos niños nuestra única preocupación era ir a la escuela y cumplir con todo, pero, a pesar de que nosotros vemos eso tan simple, de niños era una gran responsabilidad. A lo que voy, es que el tamaño de los problemas es muy relativo. Problemas que antes parecían grandes, ahora parecen pequeños. Problemas que para ti son grandes, para otros son pequeños, y viceversa. El otro día dos personas platicaban. Una de ellas era muy pobre y la otra vivía económicamente bien:
Fulanito.- Estoy muy preocupado, tengo una gran deuda que no me deja dormir
Menganito.- Estamos iguales, yo también tengo un problema, debo tanto dinero que a veces me quita el sueño
Fulanito.- Pero al menos tú tienes para pagarlo, en cambio yo, no sé qué voy hacer. Es tanto dinero lo que debo que no sé si pueda conseguirlo
Menganito.- ¿Cuánto debes?
Fulanito.- Mucho, debo $1,000 dólares
Menganito.- ¿Qué? Es poco, ¿eso es un problema para ti? Yo debo 20,000 dólares
Nuevamente concluimos que el tamaño de los problemas es relativo. ¿Te imaginas que yo regresara a la escuela primaria con la mentalidad que ahora tengo? Cuando me marquen hacer la marioneta lo veré tan simple que ni siquiera será un problema. ¿Qué pasaría si los niños tuvieran una mentalidad más amplia como la de los adultos? Ellos NO verían tan grandes sus problemas.
No importa el tamaño del problema, lo que importa es de qué tamaño te creas tú
Realmente no importa el tamaño del problema, lo que importa es tu capacidad de resolverlos. Si tú eres capaz, los verás pequeños y fáciles, si te crees incapaz, los verás grandes y difíciles. Recuerda que todo está en cómo percibes las cosas. Un mismo problema puedes percibirlo grande, o puedes percibirlo pequeño.
Una historia que me gusta mucho es la de David y Goliat. Cuando el ejército de los filisteos fue a molestar al ejército de Israel, un gigante llamado Goliat, que medía aproximadamente 2.90 metros, se paraba al frente y atemorizaba a los israelitas. Siempre los retaba preguntando quién era capaz de enfrentarse a él. Todos tenían miedo, nadie quería porque él era gigante, además, estaba muy bien armado. Todos los demás lo veían como un problema grande y casi imposible de vencer. Hasta que una vez salió un joven valiente de estatura promedio, pero con una mentalidad grande, y aceptó el reto. Ya me imagino las burlas de los filisteos. ¿Cómo se atrevía un joven, pastor de ovejas, indefenso y pequeño, pelear con un gigante bien armado? Pero eso no es todo. El gigante tenía su armadura y su espada, mientras que el indefenso David sólo tenía una honda. ¿Cómo pensaba el pequeño David que con una honda podía vencer a un gigante que estaba casi cubierto en su totalidad con su armadura? Lo más lógico era pensar que toda piedra lanzada con la honda iba a ser inofensiva para el gigante, porque estaba cubierto con su armadura, ni cosquillas le iba hacer. ¿Pero tú crees que David pensaba así? David no estaba pensando en el tamaño del problema, no estaba pensando en las armas del gigante, no se percibía a él mismo como indefenso y miedoso. Por lo contario, David tenía tres cosas muy importantes que toda persona debe tener para vencer un problema.
1.- Valentía. David no se paralizó por miedo
2.- Mentalidad de vencedor. David estaba seguro que vencería al gigante. Nadie entendía como un pequeño muchacho con una simple honda podía vencer a un gigante protegido con su armadura y armado con su espada, pero David estaba seguro, confiado y con mente vencedora.
3.- Fe y confianza. David tenía mucha fe, no se sentía limitado, él tenía seguridad, fe y confianza
¿Qué crees que pasó? Tal vez tú sepas la historia, pero por si no lo sabes, lo que pasó fue que David puso una piedra en la honda, la lanzó, le pegó en la frente (no estaba cubierta por su armadura) al gigante, y éste cayó.
Yo no sé si tú que lees esta historia la creas o no, lo que importa aquí, es la determinación, la valentía, la confianza y la fe que tuvo David. Esto es aplicable a este y a cualquier problema.
Puntos importantes en la solución de problemas
Regresamos a lo mismo, no importa el tamaño del problema, lo que importa, es de qué tamaño te sientas tú. Lo que importa es que tú te creas capaz de resolverlo, que te sientas seguro de ti mismo, que no le tengas miedo, que confíes en que alguna solución ha de haber. Para concluir, podemos tomar en cuenta los siguientes consejos.
- Realmente no hay problemas grandes ni chicos, el tamaño es relativo y depende de cómo tú lo vea, de qué tan capaz seas para resolverlos. Trata de minimizar el tamaño de los problemas, que hay otros mayores que la gente ve como menores
- No desgastes tu energía en preocuparte. De nada sirve que te pases día y noche preocupándote en las consecuencias que te trae o traerá tal problema, mejor usa tu cerebro, tus capacidad y relaciones sociales para buscar una solución. Buscar solución no es lo mismo que preocuparse.
- Supera y evita el miedo. Algo que siempre tienes qué vencer, es el miedo, porque éste te paraliza y te impide buscar una adecuada solución. Recuerda que David no tuvo temor, si él hubiera sentido miedo o cedido a las burlas, hubiera temblado, se hubiera puesto nervioso y nunca hubiera vencido al gigante
- Ten fe y confianza. Siempre tienes que tener la fe de que algo has de poder hacer para que se solucione
- Siéntete siempre grande, capaz, fuerte y poderoso para hacer frente a cualquier problema que se te presente. Imagina que los problemas son divertidos como los crucigramas o videos juegos. Resolverlos no debe preocuparte, debe divertirte porque son como un juego de agilidad mental en el que tienes que encontrar cómo solucionarlos, como en los videojuegos o en el ajedrez
Soy un emprendedor, escritor, amante de los negocios y el desarrollo personal. Me gusta escribir, ya sea poesía, novelas o sobre ciencia. También me gustan los números. En la escuela amé las matemáticas. Me gusta tener amigos y ser sociable, considero que cada persona es un mundo lleno de cosas y maravillas por descubrir
Hola Marcos,
Yo más bien diría que el valiente no es el que tiene miedo, sino el que logra superarlo. Todos sentimos miedo en algún momento, pero algunos logran superarlo y otros no.
Entre las creencias erróneas que nos han inculcado desde niños es que uno no debe tener miedo, pero nadie nos enseñó cómo superarlo.
De hecho, el miedo es algo tan natural como la alegría o la tristeza e incluso nos sirve como mecanismo de defensa. Si no tuviéramos miedo de nada, constantemente nos pondríamos en situaciones de peligro como cruzar la calle sin fijarnos o aventarnos por la ventana de nuestra casa o departamento.
Saludos!
Tienes razón Ari. Hay que superar el miedo y luego evitarlo. Hay que tener en cuenta que hay miedos necesarios y miedos innecesarios. Como por ejemplo, el miedo que comentas de cruzar la calle, es necesario para cuidarnos. Pero el miedo a hablar en público no es necesario. Hay que superarlo y eliminarlo, de tal manera que no lo volvamos a sentir en la manera perjudicial. Saludos!