No sólo hay que saber dar, también hay que saber recibir

Imaginemos por un momento que vemos a una persona con un regalo entre los brazos, con la cara feliz porque lo entregará. Lo vemos con el regalo parado pensando hacia donde caminar y le peguntamos: ¿a quién le darás ese regalo? Y él responde: no sé, no tengo a quién darlo. Si él no tiene a quién darlo, o si no hay quien lo reciba, nunca podrá entregarlo. Para dar, tiene que haber alguien que reciba. ¿Y qué pasaría si le da ese regalo a un ser querido y lo rechaza? Pues sucederá que él no podrá dar, y tal vez, se sienta triste, así que, no sólo es importante dar, también es muy importante saber recibir.

Nos enseñan a dar, pero no a recibir

Desde que estamos pequeños nos enseñan a dar, pero no nos enseñan a recibir. En las navidades muchos compran regalos, porque están contentos de poder darles algo a aquellas personas que quieren. Hemos aprendido a dar, y eso está excelente, pero, creo que hemos olvidado la contraparte. No nos enseñaron a recibir, solo a decir gracias. Nos enseñan que hay que dar lo mejor de nosotros, el mejor esfuerzo en el trabajo, para que el jefe esté feliz (y se siga enriqueciendo), pero no nos hablan mucho de saber recibir. Cuando nosotros damos, alguien recibe, y el que recibe, tiene que ser un buen receptor, por lo tanto, cuando alguien te da, tú también tienes que saber recibir, tienes que ser un buen receptor. ¿Qué pasaría si tu tío o algún amigo te invitan a cenar hoy, en una semana, y en un mes, y las tres veces lo rechazas? Pasará que se fastidiarán de estarte invitando sin que tú aceptes, y te dejarán de invitar. Si tú no recibes, ellos no puede dar, así como ellos son buenos dadores, tú tienes que ser un buen recibidor.

¿Por qué es mejor dar que recibir?

¿Es mejor dar que recibir? Por supuesto que sí, pero recuerda que para tú dar, alguien tiene que recibir. ¿Por qué es mejor dar que recibir?  Hacer esta pregunta es como preguntar: ¿por qué es mejor ser rico que ser pobre? Jesucristo dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir”. Usemos un poco la lógica y analicemos esta situación. El que da, da porque tiene, en cambio, el que recibe, no sabemos si tiene o necesita lo que recibe. Por lo tanto, el que da está en mejor posición que el que recibe. ¿Quién crees que está en mejor posición, el jefe que paga un sueldo, o el empleado que recibe un sueldo? Creo que en este aspecto, habrá quedado más claro por qué es mejor dar que recibir. Además, si tú tienes para dar, y lo das de corazón a una persona que lo necesita, esto te genera una satisfacción emocional y espiritual. Pero, en este tema no abundaremos en el dar, si no, en el recibir.

¿Por qué muchos no saben recibir?

Uno de los principales problemas por el que la gente no sabe recibir, ni siquiera un halago, es que tienen un sentimiento de “no merecimiento”. Muchos no se consideran merecedores de las cosas buenas que la vida y los demás les dan. Piensan que no son tan buenos para tener lo que tienen, creen que las cosas buenas no son para ellos, y si por algún motivo logran algo, creen que es cuestión de suerte, o por los méritos de otras personas, no porque se creen capaces y merecedores de sus logros. Por ejemplo, una vez escuché a una chica cantar, tenía una excelente voz, cantó muy bien, y la persona que conducía el evento, al acercarse para despedirla, le dijo que tenía una excelente voz y que cantaba muy bien. La chica no supo recibir esos halagos, y lo que hizo fue ponerse un poco tímida, bajar la mirada un poco y decir que no era para tanto, que su buena participación se debió a que había ensayado mucho y que habían otras personas que cantaban mejor. Yo me pregunto, ¿por qué tiene que decir que hay otras personas que cantan mejor? ¿Por qué ella misma se opaca? ¿Por qué no acepta los halagos como alguien capaz y merecedora por su participación? Prácticamente, ella en su interior rechazó el halago, porque se creía NO merecedora. También he visto casos donde una persona le compra algo, o le hace algo de comer a otra persona, y la otra dice: “no te hubieras molestado, no era necesario que hagas esto por mí”. O sea, le “matan” la satisfacción de dar a la otra persona. ¿Por qué tienen que decir eso? Cuando alguien hace algo por ti, tienes que aceptarlo, saber recibir, no decir comentarios que implican “no merecimiento”, ni comentarios que anulan la bienaventuranza de dar a la otra persona. He visto casos, donde alguien le dice a una persona que le queda bien tal ropa, y ésta responde que no es para tanto, que la ropa no es de buena marca. Estas personas que reaccionan así no saben recibir, no son buenas receptoras, creen en si interior que no se merecen lo mejor de la vida.

Tú mereces recibir lo que te dan

Tienes que pensar que tú te mereces las cosas buenas de la vida, que tú te mereces los frutos de tus esfuerzos, que te mereces los logros que has obtenido, y sobre todo, tienes que ser un buen receptor, saber recibir los regalos, halagos, felicitaciones y buenos comentarios. Cuando recibes algo, no digas: “no te hubieras molestado”, “no es nada”, “no es para tanto”, “fue cuestión de suerte”. Lo que tienes que decir es gracias, sonreír y transmitir a esa persona el agradecimiento porque ella valora tus logros, porque esa persona que te da, valora tus éxitos, porque sabe que tú eres una persona que se merece lo que te está dando. En el proceso dar-recibir, la persona siente satisfacción de darte algo, no se la “mates” con las frases mencionadas anteriormente, alimenta su satisfacción con tu agradecimiento sincero, pensando que tú eres un gran merecedor de las cosas que recibes.

Recibir no es lo mismo que pedir

Un amigo mío estaba enamorado perdidamente de una amiga en común, pero desafortunadamente él no era correspondido, y peor aún, la chica ya estaba fastidiada de que él esté insistiendo tanto, de que él le esté dando tantos regalos como si pensara que con eso ella se enamoraría. Un día, mi amigo le compró un pequeño regalo, estaba muy feliz. Me dijo que en la noche se lo entregaría. Llegó la hora indicada, yo estaba con él, vimos a la chica y él se le acercó. Le dijo: “tengo este regalo para ti”. Ella dijo cruelmente: “¿Otra vez? Ya no quiero nada de ti, por favor no me des más cosas”. Mi amigo erróneamente, y casi sin dignidad, le rogó necesitadamente a la chica para convencerla y tome aquel regalo. Ella dijo enojada: “te lo voy aceptar, pero que esta sea la última vez, ya no quiero nada”. En este caso, vemos claramente que mi amigo era un dador rechazado, y que la chica NO era una buena receptora. Ella rechazaba los regalos no porque quería cuidar la economía de mi amigo, sino porque a ella le desagradaba él. Y mi amigo no daba porque era un dador sincero de corazón, sino porque realmente pensaba que de esta manera conquistaría a la chica. O sea, él estaba dando esperando recibir algo a cambio, y ella estaba rechazando porque no le gustaba él, no porque no le gustaban los regalos. Yo creo que en este caso, la chica no debería rechazar los regalos, lo que debería hacer, es ir directo al problema. Hablar de buena manera con él y decirle que no era necesario que gastara su dinero con el objetivo de enamorarla, porque ella estaba segura de que nunca se enamoraría, aunque le regalo un auto. Si él seguía dándole regalos, ella los podría aceptar sin remordimiento, porque ya le dejó en claro que ella lo recibiría como buena receptora, no porque con eso se enamoraría. Si mi amigo seguía gastando innecesariamente dinero, no era culpa de la chica, ni era porque ella era interesada, pues ella ya habría aclarado la situación.  Si él seguí gastando innecesariamente, era porque él estaba haciendo una mala inversión y porque era un rogón que tenía poca dignidad.

Yo creo que una cosa es que una chica reciba regalos, y otra cosa es que los pida. Para mí, una mujer que pide regalos, o que los recibe fingiendo que se enamorará, cuando no es así, es la interesada, pero, una chica que recibe regalos, habiendo aclarado la situación, no es que sea interesada, simplemente es una buena receptora.

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