Por qué es bueno tener muchos amigos

Con el surgimiento de Facebook y las redes sociales, parece ser que le mundo se ha hecho más amigable. A veces visito los perfiles de mis contactos, y veo que hay desde quien tiene 34 amigos, hasta quien tiene 4,012. Muchas veces, este parámetro no es confiable, porque esa persona que tiene 4,012 supuestos amigos, no conoce realmente a todos, y mucho menos todos son verdaderos amigos. Pero, de lo que sí me he dado cuenta, es que las personas más sociables que conozco, son las que más amigos tienen en Facebook.

Vivimos en un mundo sociable, rodeados de otras personas; un mundo en el que las relaciones interpersonales son extremadamente importantes, desde la relación con nuestros padres o hijos, hasta la relación con potenciales clientes. Esto nos hace pensar que mientras más gente conozcamos, más posibilidades tenemos en este mundo. Y cuando digo que mientras más gente conozcamos, me refiero a eso, a conocidos, no necesariamente a amigos. Yo diría que:

Cada persona conocida, es una oportunidad potencial

¿Por qué digo esto? Supongamos un ejemplo: yo conozco a 100 personas, de las cuales, 10 son realmente mis amigos. Con los 90 restantes me llevo y de vez en cuando los saludo, pero realmente no tengo una amistad. Tú conoces a 500 personas, de las cuales 50 son tus verdaderos amigos. Un día, tú y yo iniciamos un negocio en el cual tenemos que vender productos de limpieza. En este caso, tú tienes 500 potenciales compradores, mientras yo, sólo tengo 100, y de tus 500, es mucho más probable que te compren tus 50 amigos, mientras que en mi caso, es mucho más probable que me compren solamente 10. Aquí, nos damos cuenta, que mientras más gente conozcamos, más posibilidades tenemos de vender. Pero, esto es solamente un ejemplo, y no solo se aplica a los negocios, también aplica a otros aspectos.

Los amigos te pueden ayudar

Un día en la noche, iba yo en mi coche, había sido una tarde muy lluviosa. Comenzaba a alejarme de la ciudad, porque me dirigía a un fraccionamiento ubicado en otro poblado, cuando sentí que el auto no quería avanzar y se quería apagar. Transitaba en una calle totalmente solitaria, sin luz y sin gente. Seguí avanzando, pero el coche ya no quería responder. De pronto se apagó. Intenté arrancarlo pero no quería. Seguí intentando hasta que arrancó, pero pasaron solamente unos segundos y se volvió a apagar. Así estuve intentando nuevamente varios minutos, hasta que vi que no tenía caso. Algo estaba mal y el coche no volvería arrancar, por el contrario, haría que la batería se descargara, y esto empeoraría las cosas. Lo primero que hice fue pensar en quién de mis amigos podría ayudarme en ese lugar a las 11 de la noche. Pensé en quienes estaban más cercanos. Le llamé a un buen amigo a ver si podía ir a auxiliarme, y no contestó. Le hablé a otro, y estaba apagado su teléfono celular. Luego, le llamé a un tercero, y este sí contestó. Para fortuna mía, estaba cerca de mí. Inmediatamente fue, y con las luces de su coche alumbró al mío en la parte donde estaba el motor para ver si podíamos solucionar el problema. Entre los dos comenzamos a revisar, y vimos que la bobina del coche estaba tirando chispas por donde no debía. La corriente se estaba fugando y esto evitaba que el coche arrancara, y si lo hacía, no se mantenía arrancado. Al final, entre los dos ideamos un remedio y logré llegar a mi casa con mi auto. ¿Qué pasó en este caso? Sucedió que le llamé a 3 amigos, uno de los cuales pudo ayudarme. Nuevamente llegamos a la conclusión de que mientras más amigos tengamos, más oportunidades y posibilidades tenemos, no sólo de éxito, sino también de recibir ayuda.

Mientras más conocidos, más probabilidades en el amor

Esto también se aplica al amor. Si un hombre soltero conoce a 1,000 mujeres, de las cuales, solamente 25 son realmente sus amigas, y otro hombre soltero conoce nada más a 200, ¿quién crees que tiene más posibilidades de encontrar novia? Teóricamente, el que conoce a mil mujeres. También podemos aplicar esto a otros ámbitos de nuestra vida. Imagina que estás en el hospital esperando a que operen a tu hermana, y cuando sale el doctor que llevará a cabo dicha operación, te das cuenta que él fue tu mejor amigo en la escuela preparatoria. ¿Qué pasará? Pues que esto te inspirará más confianza, y de alguna u otra manera, el doctor tendrá una sensación de mayor responsabilidad al ser tu hermana su paciente. ¿Para quién crees que haya más probabilidad de que el doctor que llevará a cabo la operación sea un conocido o un viejo amigo? ¿Para el que conoce a 1,000 personas, o para el que conoce solo a 200? Es más probable para quien conoce a 1,000.

La amistad se tiene que alimentar

Yo creo que con estos ejemplos queda claro que, mientras más gente conozcas, más oportunidades y posibilidades de éxito y ayuda tendrás en el mundo. Ahora, quiero aclarar algo muy importante. ¿Se puede tener realmente 1,000 amigos? Yo creo que los amigos verdaderos se cultivan, se mantienen. Para que haya una verdadera amistad, casi siempre tiene que haber convivencia, compartir intereses en común, compartir momentos, tanto buenos como malos. Para tener un verdadero amigo hay que invertir tiempo. ¿Te ha pasado alguna vez que vas caminando, y te topas con tu mejor amigo de la infancia, pero, como han pasado tantos años, no sabes ni cómo reaccionar? A lo mejor dudarás si se acuerda de ti. Es natural que ya no haya la misma confianza como cuando eran niños, porque el tiempo que ha pasado ha mermado la amistad. O tal vez se acuerde de ti, pero, lo más probable, es que sus intereses ahora sean diferentes a los tuyos. La amistad tiene que mantenerse mediante la frecuencia. No puedes decir: tengo un buen amigo ahora, lo dejaré de frecuentar 10 años, y luego seguirá siendo mi mejor amigo. No puede ser así, porque todo es cambiante, hasta las personas. Entonces, basándonos en que para tener verdaderos amigos hay que pasar tiempo con ellos, creo que prácticamente es imposible pasar tiempo con 1,000 amigos. Por lo general, los verdaderos amigos son tal vez 10 o 20. Esto es debido al tiempo limitado que tenemos. Sin embargo, podemos tener muchos conocidos, y, afortunadamente, mientras más gente conozcamos en este mundo, más oportunidades y posibilidades de éxito tendremos.

Abrirse a nuevas amistades

He notado que hay gente que se cierra mucho con determinado tipo de personas, solo por su aspecto físico, por su edad, o por su nivel social. A veces lo hacen por timidez o por poca sociabilidad, pero a veces lo hacen porque de por sí son discriminantes. Yo he conocido gente así, que se sienten prepotentes, y cuando conocen a alguna persona nueva, la discriminan porque se sienten superiores y creen que esa persona no tiene nada bueno para aportar, o que no son dignos de su amistad. La verdad es que están mal, porque el mundo da vueltas, y el que hoy está abajo, mañana puede estar arriba, y viceversa. Además, todas las personas tienen algo bueno que aportar, siempre; no podemos decir que una persona, por su nivel social, por su capacidad intelectual, o por su edad, no nos pueda aportar nada. Yo, en mi caso personal, no me interesa la edad, ni la clase social, ni el nivel intelectual. Trato de hacer amistad con cuanta gente tenga oportunidad, aun cuando sepa que no se hará un amigo cercano. Cuando yo tenía 32 años, le di clases a un señor de 80. Debido a la convivencia que tuvimos a lo largo del curso, nos hicimos buenos amigos. A él le gustaba platicarme de su vida, de su pasado, y de las cosas que había vivido. A su edad, él tenía muchas experiencias buenas que contar. Algunos amigos me decían: “¿qué platicas con ese viejo?, ¿no te aburre?”. Yo les decía que no, que la edad no es un parámetro indispensable para hacer amistad. Y si lo viéramos desde el punto de vista de aportes, él sí tenía mucho que aportar en sus pláticas, debido a sus experiencias. Cuando terminamos el curso, él decidió invertir un dinero que tenía y pusimos un negocio de cómputo. Él puso el capital, y yo puse el conocimiento. Esto fue una gran oportunidad para ambos. ¿Tú crees que si yo NO hubiera hecho amistad con él, y que si me hubiera limitado a tratarlo como un alumno “viejo” que no tiene nada que aportar, como decían mis amigos, hubiera yo llevado acabo ese negocio? Por supuesto que no. Ese negocio surgió gracias a que hicimos una buena amistad. Por otra parte, también tengo varias amigas menores que yo. Cuando tenía 32 y platicaba con una amiga de 18 años, algunos amigos decían: “¿no te fastidia hablar con esa niña superficial que no tiene una plática inteligente?” Yo les respondía que no, al contrario, me divertía, porque las mujeres más jóvenes tienden a ser más alegres, más optimistas, más risueñas, y yo me la pasaba muy bien con ella. Para hacer amistad, no es necesario que las personas tengan mi misma edad, o una edad similar a la mía. Además, el hecho de que sean menor que yo, no quiere decir que yo no tenga nada que aprender de ellas. Nunca llegará un punto en el que digamos que ya no tenemos nada que aprender de los demás, estoy convencido de que aprendemos tanto de la gente mayor, como de la gente menor a nosotros.

Así, que, la importancia de tener amigos, y de tener muchos conocidos, va más allá de la simple amistad.

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